En los últimos años se nos ha estado vendiendo de una forma
abrumadora y diría que hasta poco ética las propiedades saludables del agua
embotellada procedente de “manantiales purísimos de alta montaña donde nunca
puso el pie el ser humano”. No digo yo que el agua procedente de tales fuentes
no sea buenísima y purísima pero el problema no radica en el agua misma sino en
el bisfenol A que contiene la botella de plástico.
Cada día son más numerosos los artículos científicos donde
se publican los efectos perniciosos del bisfenol A. Este agente es capaz de
penetrar en los líquidos que contienen los envases de plástico contaminándolos
de una forma muy perjudicial para la salud. Un par de horas después de haber
ingerido agua procedente de una botella de plástico, la cantidad de bisfenol A
determinada en orina eleva su concentración hasta en quince veces.
Un reciente artículo publicado en Hypertension advierte que
tras la ingestión de agua embotellada en plástico la presión arterial se eleva unos
5 mmHg. Conviene recordar que un aumento de la tensión arterial por encima de
los 20 mmHg duplica las posibilidades de sufrir un accidente coronario.
Los mecanismos fisiopatológicos por los que el bisfenol A
induce trastornos vasculares peligrosos son complejos y tienen mucho que ver
con cambios neurohormonales que regulan la actividad funcional y estructural de
las arterias.
Otros estudios de carácter experimental han señalado que
altas concentraciones de bisfenol A en los tejidos orgánicos favorecen la
aparición de determinados tumores así como diabetes, hipertensión, obesidad,
trastornos del sistema reproductivo y disfunción de la glándula tiroides.
Son muchos los argumentos en contra del agua y de otros
líquidos embotellados en plástico, sin contar con la contaminación ambiental
que produce este tipo de envasado además de que, según un estudio americano, el
25% de las llamadas “aguas minerales” se envasan directamente de los grifos del
consumo general de las ciudades donde, dicho sea de paso, el control sanitario
de esta agua de consumo corre a cargo de expertos que garantizan su óptima
calidad.
Me contaron de un astuto “empresario” mejicano que decía
vender agua “radiada” con excelentes propiedades para la salud. Cuando alguien le
preguntó cómo conseguía “radiar” el agua, respondió que el procedimiento era
bastante simple y muy económico: “A ambos lados del tubo de envasado —dijo—
coloco una equipo que emite música de radio Guadalajara y al otro, otra que da
noticias de radio Jalisco. ”
Al margen de la broma anterior conviene además recordar que
no es solamente bisfenol A lo que contiene el agua embotellada en plástico sino
que se han detectado otros agentes patógenos como trihalometanos, bencenos,
mohos, y hasta arsénico.
Recuerde estos datos y antes de comprar líquidos
embotellados en plástico piense en su salud y de paso en el maltrecho
equilibrio ecológico.