viernes, 21 de agosto de 2015

El síndrome del restaurante chino

Cuando no hace mucho el "gigante chino" despertó de su letargo secular, el estupor, el recelo y hasta el miedo se apoderaron de una gran parte del mundo occidental.

El modo de ser y actuar del pueblo chino difiere netamente del estilo de vida occidental, un hecho que se constata incluso en aquellas sociedades distintas donde los chinos vienen siendo emigrantes habituales. A pesar de ello, los chinos siguen conservando sus costumbres, su cultura, sus tradiciones y hasta su modo de comer y cocinar.


Cuando en la década de los sesenta del pasado siglo proliferaron en EEUU los primeros restaurantes chinos el pueblo americano, acostumbrado a una comida monótona, insípida, grasa e insalubre, se entusiasmó con los platos típicamente chinos donde los sabores, aromas y colores sorprenden gratamente al comensal. Pronto, no obstante, aparecieron en algunos comensales reacciones de intolerancia alimentaria cuyas causas no fueron suficientemente esclarecidas. Al fenómeno, caracterizado por dolores de cabeza, náuseas, diarrea, sensación de calor y rubor facial y ocasionalmente sudoración profusa se le dio el nombre de "síndrome del restaurante chino".

En la cocina tradicional china el glutamato monosódico es un condimento (mejor un aditivo) muy habitual. Ello indujo a los americanos a pensar en esta sustancia como la responsable de estos trastornos denominando a este conjunto de signos y síntomas como Chinese Restaurant Syndrome.

Las investigaciones que se han desarrollado con posterioridad para esclarecer las causas de este síndrome benigno han sido inconsistentes no habiéndose podido demostrar de manera fehaciente una relación causa efecto. Así pues, parece ser que el glutamato monosódico utilizado en la cocina tradicional china no es el responsable del síndrome, que en la mayoría de los casos guarda más relación con otros componentes alergénicos de la comida que con el aditivo mismo.

Por cierto, sabemos que la dieta china no es exactamente la mediterránea pero sí es, desde luego, una de las más recomendables del mundo.