martes, 18 de noviembre de 2014

Betatrofina: Una esperanza para diabéticos.


Se calcula que en España puede haber algo más de 3 millones de diabéticos de los que la mitad ignora que lo son. Es una enfermedad crónica cuya principal repercusión es de carácter arterial, aumentando el riesgo de infarto, ictus, ceguera, insuficiencia renal y trastornos circulatorios en las extremidades inferiores. Es, por tanto,  una enfermedad invalidante y muy costosa.

No hace mucho, apareció un artículo publicado en la prestigiosa revista Cell en la que un grupo de investigadores liderados por los doctores Douglas Melton y Peng Yi demostraron, en ratones, que las inyecciones periódicas de una hormona conocida como betatrofina estimula la replicación de las células beta del páncreas que son las encargadas de producir la insulina y por tanto las responsables de metabolizar la glucosa.

En el curso evolutivo de la diabetes del adulto el número de células beta disminuye progresiva e imparablemente. Cuando la enfermedad se manifiesta clínicamente el número de células beta ya se ha reducido, irrecuperablemente, a la mitad. Los esperanzados intentos con células madre para aumentar la replicación de células beta en diabéticos no están dando los resultados que inicialmente se esperaban. Ahora, esta hormona, cuya actividad es máxima durante el embarazo, podría suponer un nuevo enfoque y también una nueva esperanza para los diabéticos, sobre todo para los que necesitan inyectarse diariamente insulina.




De confirmarse estos resultados preliminares, llevados a cabo en experimentación animal,  la betatrofina administrada una sola vez por semana sería suficiente para controlar una enfermedad de prevalencia muy elevada como es la diabetes tipo 2 de la que por causa de la obesidad, el sedentarismo y una mala dieta se espera que supere la dramática cifra de 350 millones de diabéticos en todo el planeta para el año 2025.

La investigación fue llevada a cabo en la universidad de Harvard (EEUU) siendo financiada con fondos públicos lo que demuestra, una vez más, que invertir en investigación y desarrollo no sólo engrandece a los países que la practican sino que además los hace cada vez más ricos.