domingo, 6 de diciembre de 2015

Madrid envenenado

Los que vivimos en Madrid nos hemos visto sorprendidos en estos días por las restricciones al tráfico rodado como consecuencia de una orden del ayuntamiento de la ciudad en un intento por reducir la alta contaminación atmosférica.

Y es que, en efecto, la falta de lluvia, la ausencia de vientos, las elevadas temperaturas y los humos tóxicos provenientes de muchas fuentes contaminantes, han traído a esta capital una atmósfera irrespirable.
 
Madrid bajo una atmósfera irrespirable
Hace algunos años la OMS declaró la contaminación atmosférica como el noveno factor para el desarrollo de enfermedades crónicas entre las que destacan las respiratorias, las tumorales y las cardiovasculares, siendo directamente responsable del 6% de las 53 millones de muertes que se producen anualmente en todo el planeta, según datos de The Global Burden of Disease Study.

La contaminación atmosférica ejerce un papel etiológico indudable en las enfermedades respiratorias crónicas, favorece el cáncer de pulmón y laringe, precipita situaciones tendentes al tromboembolismo, aumenta los valores de presión arterial, facilita la aparición de arritmias cardíacas, desencadena el asma infanto-juvenil, y eleva el riesgo para el desarrollo de arterioesclerosis, infarto de miocardio e ictus.

Recientes investigaciones epidemiológicas han determinado un aumento del 11% en la morbimortalidad cardiovascular global por cada 10 microgramos de partículas PM2,5 (las más peligrosas de todas) por metro cúbico de aire.
 
RMN que muestra un tumor (mesotelioma) delimitado por las flechas amarillas, que ocupa los 2/3 inferiores del pulmón derecho.
Las PM2,5 son las partículas respirables más pequeñas contenidas en el aire ambiental. Son también las más peligrosas por su alta capacidad de penetración en las vías respiratorias. El elemento más contaminante productor de estas partículas letales son los motores de explosión alimentados por diésel.

Esta contaminación ambiental es aun más perjudicial cuando afecta a personas con enfermedades crónicas debilitantes como insuficiencia cardio-respiratoria, diabetes, hipertensión arterial, anemia, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, etc.

En el actual caso de la ciudad de Madrid se agradecen los esfuerzos del consistorio para preservar la salud de los madrileños pero, dicho lo anterior, hay que añadir que la flota obsoleta de autobuses urbanos genera un 20% de toda la contaminación ambiental y que, además, el humo proveniente de combustiones domésticas e industriales son igualmente contaminantes que podrían evitarse con una regulación urgente y de obligado cumplimiento.