sábado, 13 de diciembre de 2014

La salud cardiovascular es cosa de dos.

Hace algo menos de un año fue publicado el estudio Euroaspire IV, una encuesta a escala europea, llevada a cabo en 24 países de la UE para conocer el estilo de vida, el uso de medicamentos, el control de los factores de riesgo y el grado de conocimiento de los pacientes cardiovasculares acerca de su enfermedad.
 
Los resultados han sido sorprendentes: El 65% de los pacientes cardiacos desconoce varios aspectos de su enfermedad. Tras un evento cardiovascular, cuatro de cada cinco pacientes (80%), al cabo de seis meses, continúan con sobrepeso, uno de cada dos (50%) siguen fumando, menos de un tercio (30%) ha conseguido rebajar las cifras de colesterol a niveles óptimos y sólo uno de cada dos (53%) ha conseguido controlar su presión arterial previamente elevada.

Otros datos indican que el 24% no sabe qué tipo de enfermedad cardiovascular padece. Con respecto a su gravedad, el 23% la desconoce, el 29% la considera inferior a la real y el 22% no sabe determinar si su enfermedad será relevante en su pronóstico. Uno de cada tres pacientes ignora la conveniencia de introducir cambios en sus hábitos de vida. El 32% de los ingresados no enumera las pruebas que se le han realizado y el 29% no sabe definir qué tipo de tratamiento se aplicaría en su caso. El estudio también concluye que la mayor parte de los pacientes desean obtener más información.



Los datos han sido impactantes entre los responsables sanitarios europeos quienes, en cooperación con los profesionales de la salud y las asociaciones de pacientes, ya están implementando medidas tendentes a corregir estas deficiencias. En tal sentido, se señala que una mayor concienciación por parte del médico y una mayor participación del paciente en su enfermedad, exigiendo mayor información, son posturas esenciales para invertir esta peligrosa situación.

Los evaluadores de la encuesta indican que para concienciar al paciente resulta imprescindible actuar primero, sobre los profesionales de la salud para que se comprometan en la educación sanitaria de sus pacientes y para que éstos, a su vez, se responsabilicen de su enfermedad y participen activamente en su tratamiento, con pleno conocimiento de lo que deben de hacer en todo momento y muy en especial en la rápida identificación de los síntomas cardiovasculares de alarma.


Es un hecho cierto que la aplicación de sólidos programas de educación sanitaria han contribuido a reducir la morbimortalidad cardiovascular en un 26% y la mortalidad por cualquier causa en casi un 20%. El conocimiento de los factores de riesgo y su prevención es la base principal para mejorar la salud cardiovascular de los europeos y su calidad de vida.

Este estudio Euroaspire IV demuestra una vez más que la salud depende, por supuesto, de una correcta actuación médica pero que ésta carecería de efectividad sin la decidida y comprometida actuación del paciente.