Se viene insistiendo en los últimos años en
los efectos vásculoprotectores de los ácidos esenciales omega.3 y su acción
beneficiosa en determinadas
enfermedades cardiovasculares, a través de una acción
reductora del colesterol, una mejor tolerancia a los hidratos de carbono y efectos antitrombóticos que evitan el
infarto de miocardio. Sin embargo; no existe un adecuado conocimiento de los
mecanismos de acción de estas sustancias esenciales y sobretodo en qué modo
podríamos enriquecer nuestra dieta con estos imprescindibles suplementos.
Desde principios del siglo XX se vienen
realizando estudios epidemiológicos y clínicos acerca del beneficio de estos
ácidos esenciales omega.3. Fue
precisamente uno de estos estudios llevado a cabo en tribus esquimales de
Groenlandia, en concreto con los Inuits, los que alertaron a la
clase médica por el escaso grado de enfermedad cardiovascular y de infarto de
miocardio en estas tribus en relación a la población general. Se pensó, en un
principio, que la causa para tal
reducción en morbilidad y mortalidad cardiovascular debería ser de tipo
genético, pero abundando en la investigación epidemiológica y nutricional pudo
finalmente comprobarse que en estos individuos el consumo de ácidos esenciales
omega.3 es muy elevado.
En efecto; debido a los largos y gélidos
inviernos que soportan estas poblaciones esquimales su alimentación está basada
en el consumo de todos los productos obtenidos de las focas, las cuales a su
vez se alimentan de los pescados de la zona. Desde hace tiempo se sabía que algunos pescados, en
particular los azules, son ricos en omega.3, pero fue más recientemente cuando
pudo comprobarse que en la grasa subdérmica de la foca de Groenlandia el
contenido de estos ácidos omega.3 era igualmente muy elevado y en especial en
DPA, uno de los tres ácidos omega.3 esenciales con mayor efecto
cardioprotector. Otros ácidos omega.3: DHA y EPA se encuentran
igualmente en altas y equilibradas proporciones en el aceite que se obtiene del
prensado directo de la grasa de estos mamíferos.
Numerosos estudios han podido demostrar que los ácidos omega.3 reducen el colesterol total con la particularidad de que disminuyen el mal colesterol (LDL) y suben el buen colesterol (HDL). Por otro lado, disminuyen los niveles de triglicéridos y mejoran la tolerancia de los hidratos de carbono con lo que los diabéticos que consumen estos suplementos dietéticos mejoran su perfil de azúcar en sangre al tiempo que reducen el riesgo cardiovascular. Existe una acción añadida extraordinariamente interesante por la cual, los ácidos omega.3 inhiben la agregación y adhesividad de las plaquetas reduciendo los niveles de fibrinógeno con lo que las posibilidades de formación de trombos vasculares disminuye de modo muy significativo.
Sin duda, el estudio más revelador de los
últimos tiempos ha sido el GISSI llevado a cabo en Italia. Este ensayo, que
enroló a más de cinco mil pacientes con antecedentes de infarto de miocardio, fue
seguido durante más de cinco años. Los pacientes fueron divididos en dos grupos
iguales. A uno de ellos se le suministró suplementos dietéticos ricos en
omega.3 mientras que el grupo de control fue tratado con terapia y dieta
convencional. Al cabo de cinco años, el grupo en cuya dieta se había incluido
el suplemento omega 3 frente al grupo de control, redujo las posibilidades de un reinfarto en un
21%, las de sufrir una muerte cardiovascular por cualquier causa en un 30% y la
muerte súbita cardíaca en un 45%. Estos datos vinieron a confirmar una sospecha
muy fundada en observaciones anteriores. A partir de los resultados del GISSI
los médicos aconsejan a sus pacientes consumir productos dietéticos ricos en
ácidos omega.3. Algunos frutos secos, como las nueces, y en la mayoría de los pescados, preferentemente los azules, las concentraciones de ácidos omega 3 son suficientes como para proveernos de las cantidades necesarias requeridas.
Es curioso y al mismo tiempo preocupante, que
la sociedad occidental actual consuma en su dieta una sexta parte de lo que
recomiendan los expertos nutrólogos de la Organización Mundial de la Salud o
los de las Sociedades Británicas y Canadiense para la Nutrición.
Paradójicamente las cantidades diarias requeridas de estas sustancias son tan
bajas como 1 gramo lo cual puede conseguirse con una dieta equlibrada en estas
sustancias o bien mediante el aporte en forma de suplementos.
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