martes, 4 de noviembre de 2014

Reprogramación celular: Un punto de encuentro entre la Ciencia y la Ética.

Los científicos J.B. Gurdon y Shinya Yamanaka fueron distinguidos en 2012 con el Premio Nobel de Medicina por sus investigaciones sobre la reprogramación celular, un hecho que ha sido considerado por la revista Science como una auténtica “convulsión sísmica”.
Fue el mismo Gurdon quien manifestó hace más de 40 años que las células, consideradas como “unidades anatomo-funcionales no modificables” podrían ser reconvertidas en otras distintas y con ello generar tejidos biológicos diferentes. Algo difícil de entender y aceptar en aquel tiempo. Clonando ranas, allá por los cincuenta, asombró a la comunidad científica internacional, y más tarde, con la clonación de la oveja Dolly, dejó al mundo estupefacto.
Estos dos científicos han demostrado que células maduras y bien diferenciadas pueden ser reconvertidas, mediante reprogramación especializada, en células inmaduras (casi embrionarias) capaces de replicarse en cualquier forma de tejido biológico. El descubrimiento, como dice Science, ha supuesto una auténtica “convulsión sísmica” en materia científica revolucionando los conocimientos existentes sobre el desarrollo de las células y del propio organismo, abriendo con ello un camino fascinante y muy prometedor hacia la medicina regeneradora, de la que tanto esperamos todos.
Ha sido Yamanaka quien ha demostrado por primera vez que no sólo las células embrionarias sino cualquier célula madura puede ser reprogramada para generar un tejido biológico distinto al de su propio origen. Lo ha conseguido introduciendo unos pocos genes en el núcleo de células maduras de ratones adultos transformándolas en células inmaduras con la potencialidad de poder generar cualquier clase de tejido.
El hecho es trascendente por cuanto no sólo se eliminan peligrosos factores teratogénicos, que limitaban su uso al emplear únicamente células embrionarias, sino que los argumentos éticos, que tanto han paralizado este tipo de investigación, ya no serán ahora obstáculo para despejar el camino hacía una línea científica nueva que pueda aportar nuevos instrumentos diagnósticos y terapéuticos para curar enfermedades hasta ahora incurables.

La polémica, por tanto, ha quedado resuelta tanto para la Ciencia como para la Ética. Los científicos ya no tendrán que centrar sus trabajos en células madre embrionarias sino que utilizando células maduras reprogramadas podrán alcanzar los mismos objetivos pero a través de canales más despejados y seguros.