Quién no ha
olvidado alguna vez dónde dejó las llaves del coche, si cerró o no la espita
del gas o qué día cumple años esa cuñada tan entrañable. Son olvidos comunes
que suelen ocurrir con bastante frecuencia desde edades tempranas. Sin embargo;
cuando esos síntomas se acentúan y la edad comienza con el número 6, el 7 o
más, el diagnóstico médico suele ser inflexible, casi despiadado: demencia
senil, Alzheimer, atrofia cortical
difusa…
Sugieren, que ejercitar el cerebro sometiéndolo
continuamente a una especie de Pilates
neuronal podría rebajar la alta incidencia de trastornos neurológicos en
los que la pérdida de memoria es el síntoma alarma y el más grave. Para
aumentar los niveles de neurotrofinas serían necesarias modificaciones
conductuales que, a priori, nos pueden parecer sorprendentes e incluso un poco
ridículas, pero los neurobiólogos de la Duke
University dicen que funciona.
Proponen para ello, una lucha sin cuartel contra la rutina que
inhiba el funcionamiento
automático del cerebro. Y dan detalles. Por ejemplo; ducharse con los ojos
cerrados buscando a tientas el champú, el jabón, la toalla y experimentado un
nuevo tacto a ciegas de nuestra propia anatomía o utilizar la mano no dominante
para funciones habituales como manejar el móvil, escribir, cortar con tijeras,
cambiar de manos los cubiertos, peinarse con la mano no habitual, hacerse a
ciegas el nudo de la corbata o
leer en voz alta para descubrir matices desconocidos de nuestra voz. También
recomiendan modificar frecuentemente las rutas que habitualmente utilizamos
para acudir al trabajo, al mercado, a casa de un amigo o regresar al hogar por
lugares distintos a los habituales. Aconsejan frecuentes mudanzas en la casa
colocando cosas en lugares distintos a los habituales y recordar luego donde las
hemos colocado. También proponen comentar los textos que se leen, las películas
que se ven, las noticias de actualidad y las del pasado, memorizar poemas,
listines telefónicos, etc., etc. En suma; estimular al cerebro mediante un Pilates especial para sacarlo de la
rutina indicándole que los caminos habituales tienen que dejar de serlo y que
las sensaciones y emociones hay que renovarlas día a día. En suma; vivir.
Interesante, José Luis. Creo que los escritores hacemos un Pilates especial, porque al escribir creando historias debemos necesariamente recordar todos los detalles para que encajen. Sin embargo, de vez en cuando me olvido dónde dejé los lentes. :(
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