miércoles, 10 de febrero de 2016

Autismo y antidepresivos durante el período gestacional.

Un amplio estudio publicado a mediados de diciembre del pasado año en JAMA Pediatrics (Journal of The American Medical Association) ha venido a confirmar los peores temores sobre una sospecha aparecida hace más de 10 años: La toma de antidepresivos durante el embarazo puede provocar graves deficiencias en el recién nacido, entre ellas el autismo.


La toma de Prozac, Deroxat, Seropram y otros antidepresivos del grupo de los inhibidores selectivos de los recaptadores de serotonina aumenta en un 87% el riesgo de que el recién nacido pueda presentar autismo.

Es un hecho constatado que el consumo de antidepresivos en la mujer gestante se ha duplicado en los últimos años, pasando de un 9% en 2003 a casi un 20% en 2013.
Además, el estudio de JAMA confirma que no solamente es el autismo una causa directa del consumo de antidepresivos sino que otras anomalías fetales como la anencefalia (ausencia de formación del cerebro) aumentan el riesgo en un 350% y el de cardiopatías congénitas en un 240%.

Lo sorprendente es que este tipo de agentes psicotropos no suelen ser más eficaces para controlar la depresión del embarazo que otras terapias no farmacológicas, como la terapia cognitiva y las conductuales, basadas en el diálogo y la reflexión, sin necesidad de ningún apoyo farmacológico.


En los tiempos que vivimos el síndrome de angustia, al que sigue el de la depresión, son consecuencia directa de nuestro modo equivocado de entender la vida y de la falta de paciencia y serenidad para solucionar los problemas por métodos naturales. Se recurre irreflexivamente a la ayuda farmacológica de determinados productos antidepresivos sin saber que, en muchos casos, el remedio es aun peor que la propia enfermedad.