Un amplio estudio publicado a
mediados de diciembre del pasado año en JAMA Pediatrics (Journal of The American Medical Association) ha venido
a confirmar los peores temores sobre una sospecha aparecida hace más de 10
años: La toma de antidepresivos durante el embarazo puede provocar graves
deficiencias en el recién nacido, entre ellas el autismo.
Es un hecho constatado que el consumo
de antidepresivos en la mujer gestante se ha duplicado en los últimos años,
pasando de un 9% en 2003 a casi un 20% en 2013.
Además, el estudio de JAMA confirma
que no solamente es el autismo una causa directa del consumo de antidepresivos
sino que otras anomalías fetales como la anencefalia (ausencia de formación del
cerebro) aumentan el riesgo en un 350% y el de cardiopatías congénitas en un
240%.
Lo sorprendente es que este tipo de
agentes psicotropos no suelen ser más eficaces para controlar la depresión del
embarazo que otras terapias no farmacológicas, como la terapia cognitiva y las
conductuales, basadas en el diálogo y la reflexión, sin necesidad de ningún
apoyo farmacológico.
En los tiempos que vivimos el
síndrome de angustia, al que sigue el de la depresión, son consecuencia directa
de nuestro modo equivocado de entender la vida y de la falta de paciencia y
serenidad para solucionar los problemas por métodos naturales. Se recurre
irreflexivamente a la ayuda farmacológica de determinados productos
antidepresivos sin saber que, en muchos casos, el remedio es aun peor que la
propia enfermedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario