lunes, 6 de octubre de 2014

El cerebro del corazón

Recientes investigaciones han venido a demostrar que el corazón tiene su propio cerebro compuesto por unas 40.000 neuronas autóctonas que funcionan con independencia de las del cerebro.

Esa recién descubierta red neuro-cardíaca a través de determinados neurotransmisores se organiza en circuitos neuronales autónomos capaces de tomar decisiones propias que, haciendo el camino inverso, informan al cerebro de la cabeza sobre las determinaciones que adopta el cerebro del corazón, condicionándolo. Se sospecha que el cerebro del corazón tiene capacidad organizativa y retentiva de forma que puede almacenar en su memoria funciones específicas que en momentos determinados pone autónomamente en marcha.

Los científicos que han descubierto este cardio-cerebro van un poco más allá y argumentan que la autonomía cerebral del corazón le permitiría tomar decisiones previamente aprendidas informando al cerebro, y condicionando de esa forma determinadas tomas de decisiones autónomas.

Desde hace algún tiempo se sabía que el corazón es un órgano productor de hormonas, entre otras del péptido atrial natriurético, que no sólo regula el volumen de sangre circulante y el flujo de orina sino que además estimula la inhibición de determinadas hormonas relacionadas con el estrés y facilitando la liberación de otras como la oxitocina, conocida como la hormona del amor y el bienestar.

Y no es solamente eso, sino que a través de los campos electromagnéticos que genera el corazón (el electrocardiograma que se recoge en las extremidades no es más que una expresión de ello) influye de manera determinante en un entorno de 2 a 4 metros condicionando de manera decisiva en el estado emocional propio y en el de los individuos que se encuentran en su proximidad.


Queda por determinar, sin embargo, si el miedo, la ira, la pasión, el amor o cualquier otro tipo de manifestación de la conducta  humana, condicionan los cambios adaptativos del corazón o si es el propio corazón, a través de sus circuitos neurohormonales, los que inducen esas manifestaciones del carácter.

Lo que son las cosas; ahora vienen los científicos con estos descubrimientos cuando, desde siempre, la sabiduría popular ya había identificado al corazón como el órgano genuino de las pasiones humanas. Y si no ¿a santo de qué decimos “te quiero con todo mi corazón"?