La contaminación acústica en las grandes ciudades se
ha convertido en un problema sanitario de primer orden. Las estadísticas
indican que España es el segundo país más ruidoso del mundo, tan sólo por
detrás de Japón. Nueve millones de españoles están diariamente expuestos a
niveles inaceptables de ruido (más de 65 decibelios durante el día y más de 55
durante la noche). Paradójicamente, son también los dos países más longevos del
planeta.
Varios estudios epidemiológicos han demostrado una
clara asociación entre la exposición a largo plazo del ruido de los aviones (el
más ruidoso de todos los transportes) y un aumento de la tensión arterial y de
los eventos cardiovasculares.
Un reciente trabajo publicado en British Medical
Journal investigó el número de ingresos hospitalarios y la mortalidad por
accidente cerebrovascular, enfermedad coronaria y enfermedad cardiovascular en
una población cercana al aeropuerto de Heathrow (Londres). Constataron que los
residentes de las zonas más ruidosas tenían un 24% más de riesgo de sufrir un
ictus, un 21% más de riesgo de infarto de miocardio y un 14% más de riesgo de
ingreso debido a enfermedad cardiovascular, que aquellos otros que vivían en
zonas donde el ruido no era tan intenso. El riesgo de muerte por ictus fue del
21%, del 15% para el infarto y del 16% para muerte cardiovascular.
Hay más estudios epidemiológicos que han demostrado
asociaciones entre la exposición a largo plazo del ruido de los aviones y un
aumento de la hipertensión arterial y de los eventos cardiovasculares, aunque las
razones exactas de esta relación siguen siendo desconocidas.
Otro estudio publicado hace poco en el European
Heart Journal realizado por investigadores alemanes sobre 75 voluntarios sanos de ambos sexos con una
edad media de 26 años, expuestos de forma aleatoria a diferentes estrés
acústicos (uno sin ruido y dos con reproducciones de sonido similar al que
producen los aviones en su despegue o aterrizaje) con índice superiores a 65
decibelios, demostró que los adultos sanos que se habían sido expuestos tan
solo una noche al ruido de 60 vuelos veían alterada su función endotelial
(arterial) con un significativo aumento del estrés oxidativo También se observó
que la disfunción endotelial iba paralelamente acompañada de un aumento
significativo de los niveles de adrenalina, de un incremento de la presión
arterial sistólica y de una evidente disminución de la calidad del sueño.
Estos estudios señalan que el estrés acústico es una importante causa de daño arterial que provoca, a su vez, aumentos sostenidos de la presión arterial que, como es bien sabido, es el primer factor causal para producir ictus e infarto de miocardio, particularmente en personas mayores de 65 años.
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