Hace algo menos de un año fue publicado
el estudio Euroaspire IV, una encuesta a escala europea, llevada a cabo en 24
países de la UE para conocer el estilo de vida, el uso de medicamentos, el
control de los factores de riesgo y el grado de conocimiento de los pacientes
cardiovasculares acerca de su enfermedad.
Los resultados han sido
sorprendentes: El 65% de los pacientes cardiacos desconoce varios aspectos de
su enfermedad. Tras un evento cardiovascular, cuatro de cada cinco pacientes
(80%), al cabo de seis meses, continúan con sobrepeso, uno de cada dos (50%)
siguen fumando, menos de un tercio (30%) ha conseguido rebajar las cifras de
colesterol a niveles óptimos y sólo uno de cada dos (53%) ha conseguido controlar
su presión arterial previamente elevada.
Otros
datos indican que el 24% no sabe qué tipo de enfermedad cardiovascular padece.
Con respecto a su gravedad, el 23% la desconoce, el 29% la considera inferior a
la real y el 22% no sabe determinar si su enfermedad será relevante en su
pronóstico. Uno de cada tres pacientes ignora la conveniencia de introducir
cambios en sus hábitos de vida. El 32% de los ingresados no enumera las pruebas
que se le han realizado y el 29% no sabe definir qué tipo de tratamiento se
aplicaría en su caso. El estudio también concluye que la mayor parte de los
pacientes desean obtener más información.
Los
datos han sido impactantes entre los responsables sanitarios europeos quienes,
en cooperación con los profesionales de la salud y las asociaciones de
pacientes, ya están implementando medidas tendentes a corregir estas
deficiencias. En tal sentido, se señala que una mayor concienciación por parte
del médico y una mayor participación del paciente en su enfermedad, exigiendo
mayor información, son posturas esenciales para invertir esta peligrosa
situación.
Los evaluadores de la encuesta indican que para
concienciar al paciente resulta imprescindible actuar primero, sobre los
profesionales de la salud para que se comprometan en la educación sanitaria de
sus pacientes y para que éstos, a su vez, se responsabilicen de su enfermedad y
participen activamente en su tratamiento, con pleno conocimiento de lo que
deben de hacer en todo momento y muy en especial en la rápida identificación de
los síntomas cardiovasculares de alarma.
Es un hecho cierto que la aplicación de sólidos
programas de educación sanitaria han contribuido a reducir la morbimortalidad
cardiovascular en un 26% y la mortalidad por cualquier causa en casi un 20%. El
conocimiento de los factores de riesgo y su prevención es la base principal
para mejorar la salud cardiovascular de los europeos y su calidad de vida.
Este estudio Euroaspire IV demuestra una vez más
que la salud depende, por supuesto, de una correcta actuación médica pero que
ésta carecería de efectividad sin la decidida y comprometida actuación del
paciente.