Un ensayo experimental llevado a cabo
en cobayas en la Universidad de California, en San Francisco, dirigido por el Dr.
Matthew L Springer, ha demostrado que la exposición al humo de marihuana
durante media hora disminuye el flujo arterial de sangre entre un 50 y un 70%.
El efecto deriva directamente de la
incapacidad de las arterias para dilatarse como habitualmente hacen en
situaciones en las que el organismo requiere un aumento del flujo sanguíneo,
como, por ejemplo, durante el estrés físico. Dicho de otro modo, el humo de marihuana
impediría la vasodilatación arterial, tan necesaria en numerosas ocasiones.
El efecto era idéntico tanto si la
marihuana inhalada contenía tetrahidrocannabinol (el elemento psicoactivo
primario del producto) como si no lo contenía, lo que demuestra que el daño
vascular que provoca la marihuana no es debido a sus componentes psicotropos sino al humo mismo.
“El efecto deletéreo vascular del
humo de marihuana —explican los autores del ensayo— es similar al que provoca
el humo de tabaco”. Y añaden que: “fumar es fumar", independientemente de los
contenidos de los humos que se aspiran, sean estos de tabaco, marihuana, humo
de madera quemada, puros, hojas secas, o de narguile.
En la misma línea se expresa la Dra
Nancy Rigotti del Massachusetts General Hospital de Boston quien manifiesta que,
aunque no hay experiencias en humanos con el humo de marihuana, sí la hay
con cobayas y humanos con el humo de tabaco y, por tanto, la experiencia con el
humo de marihuana en ratas de laboratorio hace pensar que sus efectos son previsibles
también en el sistema arterial del hombre.
Como mensaje final, concluyen los
investigadores de este ensayo, “inhalar humo de cualquier clase no es bueno
para el corazón y, consecuentemente, todos, pero muy especialmente los
pacientes con problemas coronarios, deberían evitar la exposición a cualquier
clase de humo ambiental”.